Esclerosis Múltiple

La esclerosis múltiple o esclerosis en placas es una enfermedad neurológica del sistema nervioso central en la que se produce un ataque autoinmune (de las propias defensas del paciente) a la mielina, que es la sustancia que ejerce de aislante de las neuronas y que es necesaria para la transmisión efectiva de los impulsos nerviosos. Como resultado de ese ataque inflamatorio se produce una desmielinización del sistema nervioso central que puede, finalmente, desembocar en la aparición degeneración neuronal y secuelas neurológicas permanentes.

Se trata de una enfermedad relativamente frecuente (alrededor de 1 de cada 1000 personas, según las estimaciones más recientes) y que afecta a personas jóvenes (la media de edad al diagnóstico se sitúa en torno a los 30 años), mayoritariamente mujeres, aunque puede diagnosticarse también en niños y en personas de edad avanzada. La esclerosis múltiple es considerada la primera causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes, por encima incluso, en algunas estimaciones, de los accidentes de tráfico.

La esclerosis múltiple puede presentarse con múltiples síntomas, aunque lo más frecuente es que se manifieste como déficits sensitivos (déficit de sensibilidad, hormigueos…), motores (debilidad en piernas o brazos, incoordinación, inestabilidad al caminar, fatiga intensa…) o visuales (pérdida de visión de un ojo, visión doble…), especialmente en las primeras fases de la enfermedad. Sin embargo, a lo largo del tiempo, pueden aparecer otros síntomas de tipo cognitivo (memoria, orientación, capacidad de mantener la concentración…), afectivo (depresión, ansiedad, insomnio…), de esfinteres (urgencia miccional, estreñimiento…) o sexuales (impotencia, pérdida de libido…). Por este motivo se le denomina la “enfermedad de las mil caras” ya que prácticamente cada paciente tiene un perfil específico de síntomas.

La enfermedad, en su forma más frecuente, llamada “remitente-recurrente” cursa a brotes. Un brote es un episodio neurológico de nueva aparición, de más de 24h de duración, que se instaura en horas o en días, que va empeorando hasta un máximo en el que se mantiene para luego ir recuperando, bien espontáneamente o bien tras tratamiento con corticosteroides, pudiendo ser la recuperación completa o parcial. En las formas llamadas progresivas, se pueden suceder brotes con empeoramiento de los síntomas constante sin que exista remisión posterior. A los pacientes que empiezan con progresión continua de la discapacidad de inicio se les clasifica como afectos de formas primarias progresivas y son pacientes afectos de esclerosis múltiple secundaria progresiva los que comienzan una fase progresiva después de haber tenido una fase recurrente-remitente de la enfermedad.   

Aunque esta es la definición clásica de las distintas formas de progresión de la enfermedad, en el momento actual se habla de esclerosis múltiple activa o no (en función de si hay brote o lesiones nuevas) y progresiva o no (en función de si hay o no progresión de la discapacidad haya brotes o no).

La esclerosis múltiple se diagnostica en base a unos criterios diagnósticos que incluyen los síntomas y la exploración neurológica, la resonancia magnética craneal y medular, la punción lumbar y la exclusión de otras enfermedades similares. 

La esclerosis múltiple es una enfermedad tratable. Se dispone de múltiples tratamientos para su manejo. Entre los tratamientos se encuentran aquellos que propiamente tratan los mecanismos de la enfermedad y tratan de detener sus efectos (tratamientos modificadores de la enfermedad), tratamientos sintomáticos (abordan los síntomas de la enfermedad pero no modifican su curso) y tratamientos rehabilitadores. Los tratamientos modificadores de la enfermedad, a su vez, se clasifican en función de su efectividad y perfil de efectos secundarios en tratamientos de primera y segunda línea. 

  • Tratamientos modificadores en la Esclerosis Múltiple
    • Primera Línea
      • Interferon beta (Beta1b: Betaferón y Extavia, ambos subcutáneos. Beta1a: Avonex (intramuscular) y Rebif (subcutáneo))
      • Acetato de Glatiramero (Copaxone y Acetato de Glatiramero Mylan, subcutáneos)
      • Teriflunomida (Aubagio), oral, una vez al dia
      • Dimetil Fumarato (Tecfidera), oral, dos veces al dia
    • Segunda Línea
      • Fingolimod (Ginlenya), oral, una vez al dia
      • Cladribina (Mavenclad), oral durante 5 dias, descanso un mes, otros 5 dias, descanso de un año y repetir curso al año 2.
      • Ocrelizumab (Ocrevus), endovenoso cada 6 meses
      • Natalizumab (Tysabri), endovenoso, cada 4 semanas
      • Alemtuzumab (Lemtrada), endovenoso, 5 dias consecutivos, descanso de un año, 3 dias consecutivos más y descanso según evolución de enfermedad.
    • Tercera Linea (tratamientos utilizados en uso compasivo o cuando las demás terapias han sido descartadas)
      • Mitoxantrona
      • Ciclofosfamida
      • Transplante Autólogo de progenitores hematopoyéticos (“Transplante de Médula Osea).

Además, en la esclerosis múltiple se realizan con frecuencia ensayos clínicos, destinados a investigar la utilidad y seguridad de nuevos fármacos que puedan aprobarse como útiles en la enfermedad en el futuro.

Aunque se trata de una enfermedad con un importante estigma social, generalmente asociada al uso de silla de ruedas y a discapacidad permanente, como en todas las enfermedades, existe un espectro diverso de gravedad de los síntomas y, por tanto, pueden estar diagnosticados de esclerosis múltiple tanto pacientes que siguen una vida absolutamente normal como pacientes que se encuentran muy discapacitados y con pérdida importante de la autonomía. Particularmente, los pacientes de larga evolución y edad avanzada, aquellos diagnosticados cuando no existían terapias efectivas o aquellos pacientes con variantes progresivas y agresivas de la enfermedad, suelen ser los que se reconocen como afectos, si bien existe un importante número de pacientes que, a pesar de los síntomas y la necesidad de tratamiento crónico, son capaces de llevar una vida relativamente activa, tanto en la esfera laboral como en la personal.